20.10.08

Obras son amores

El último post de este blog tiene casi un mes y medio de antigüedad. No es que no haya vida después de los 40, tampoco se trata de falta de tiempo porque por el momento estoy felizmente desocupada y además, el mandato del reloj es siempre relativo cuando uno de veras quiere hacer determinada cosa. A ver. A cierto desaliento por la escritura provocada por la reciente lectura poco piadosa de mi propio trabajo, se ha sumado el hecho de que septiembre y octubre forman parte de una etapa del año plagada de pequeñas cosas triviales para hacer, obligaciones nimias pero obligaciones al fin. Pulguitas de la vida cotidiana, casi invisibles de tan mínimas, tanto, que cuando al fin te las sacás de encima y mirás para atrás, te parece que no hiciste nada. La otra razón posible de las telas de araña del blog es que me dediqué a devorar los varios libros que recibí de regalo de cumpleaños. Literalmente, fue un mes con una pila de preciosos libros esperando por mí en la mesa de luz (Qué suerte tengo, qué suerte, gracias amigos!). Empecé bien, con Oso de Trapo de Horacio Cavallo; seguí mejor, con la maravillosa y oscura prosa de la Trías en La Azotea, (una monstrua ya desde chica, me declaro su fan ferviente). Luego, como digestivo digamos, en tres noches acabé con Un Hombre en la Oscuridad de Auster (que a pesar de haber abandonado ese amateurismo y la frescura de los primeros libros y sus últimas novelas son casi del tipo fast food literario, igual recibe toda la incondicionalidad de mi amor de lectora). En algún lugar -que ahora no encuentro- hice una anotación destinada al blog sobre el efecto de la lectura correlativa de estos tres libros los cuales, curiosamente, tienen todos un narrador -o alguno de ellos- encerrado entre cuatro paredes. Había escrito algo que me parecía interesante sobre el hecho de poner las palabras en movimiento desde la parálisis física o síquica, liberar el relato desde el encierro no en una torre de marfil sino en el desván de la memoria, era algo sobre confesar las historias desde nuestro lugar más inconfesable. Ni modo; no sé donde anoté todo eso que estaba bastante bien -no está en el cuaderno verde, ni en el azul, ni en el negrito- y así el blog quedó sin la única nutrición de la que pude haber sido capaz. El caso es que seguí después con el Diario de la Galera de Imre Kertesz (tengo que ir a ver si se escribe así) y a pesar de que empezaba a gustarme, lo dejé pendiente a las pocas páginas. Es que durante las dos primeras noches de lectura, otro libro, la edición de Siruela de La Ciudad Sitiada me interrumpía desde la mesa de luz con los ojos a media asta de la Lispector que me miraba como diciendo “¿A que te tiento más que este anciano centroeuropeo de prosa profunda y reflexiva?”. La pura verdad. Ahí estoy ahora, navegando en la barca Clarice, que es tan familiar y sin embargo te lleva a siempre a puertos impensados. Hay que decir que en la mesa de luz reposan además, el Libro de la Vida de Santa Teresa, que agarro cada tanto y suelto y no puedo terminar de leer (lo voy a guardar para la jubilación creo) y, desde hace medio año o más, el mamotreto del Borges de Bioy. Lo ataco casi siempre muy tarde, como para cerrar los ojos con una sonrisa sobre alguno de los diálogos ácidos de estos dos cretinos irreverentes de la literatura argentina dedicados a defenestrar sin culpa a sus contemporáneos, para beneplácito de las generaciones venideras. (Se me ocurre que sería buena idea transcribir acá alguno de los mejores pasajes del mamotreto, una de esas bombitas de mal olor contra Sábato, García Marquez, Quiroga o Zorrilla. Próximamente...) No voy a seguir pero, como si esto fuera poco, la semana pasada pasé por las mesas de la feria del libro y vendían ejemplares muy baratos, algunos al precio de un paquete de fideos. Compré cuatro y la pilita de la mesa de luz volvió a elevarse con dos promesas de Hemingway que no había leído, uno más de Nabokov -autor recetado hace tiempo por mi amigo Eleuterio- y una novelita de Bioy que ni siquiera sabía que existía. (También me llevé -pero no a precio de oferta- El Sótano, un cuento infantil aterrador que Levrero escribió para niños y a mi hijo le fascinó y otro con ilustraciones muy lindas de Vero Leite). El caso es que tengo letra para toda la primavera y el verano; la sola idea me provoca un placer irracional y mezquino.

Y el blog, abandonado. Y la novela que apenas se movió cuatro o cinco paginitas mal escritas y desalmadas, vacías de alma. Ni diario, ni un relatito de mala muerte, ni siquiera un cadáver exquisito por jugar, no escribí nada en casi dos meses. Leer es más fácil, más placentero y divertido. (No es que escribir sea una obligación; la escritura es una necesidad casi física, una droga que me mantiene con vida, como la insulina a un diabético; es que esta especie de síndrome de abstinencia de la escritura me pone, hay días, de un ánimo tristísimo, otros me lleva el sentimiento de frustración y otros, ando con un humor de hiena que hace imposible a cualquier cristiano vivir conmigo).

Un escritor (era el mismo Borges?) decía que para escribir hay que poder renunciar al placer de la lectura (horror!) y algo de eso hay, algo de eso hay...

Y mejor publico esto así como está y con cualquier título, porque ya me está pereciendo que para qué, que es una estupidez, que no vale la pena.

9 comentarios:

Fernanda Trías dijo...

Primero, gracias por el comentario sobre La azotea. Me siento muy halagada... y encima sabiendo que (como con la comida y con el vino :), sos una lectora exigente! Pero ojo con ser demasiado crítica con tus cosas. Uno siempre es bastante burro a la hora de juzgar los textos propios.

Qué felicidad tener tantos libros buenos sobre la mesa. Ayyyyyy. Estoy de acuerdo con que Auster se profesionalizó. Creo que leí Un hombre en la oscuridad. No es la historia de un tipo a quien se le muere alguien en un accidente de avión y se obsesiona con unas películas mudas?

f

VESNA KOSTELIĆ dijo...

Creo que el que leíste es El Libro de las Ilusiones...
"Un Hombre en la Oscuridad " está armado como aquel, con el sistema "muñeca rusa" que obsesionó siempre a Auster: hay también un hombre convaleciente al que le da por contar historias, hay un accidente familiar fatal y trágico, hay una historia dentro de otra, también hay escenas de películas viejas que se cuentan y se "ven" en su escritura. En este libro no obstante, no se ocupa del tema de la sincronicidad, otro de sus lei motivs.
Igual, a Auster yo lo quiero aunque ya tengamos un matrimonio de lectura un poco rutinario, me sigue sorprendiendo con una frase o una imagen que me persigue durante meses.

Eleuterio dijo...

¿Qué te compraste de Nabokov?
Espero que sea "Lolita" o "Pnin" o sus memorias.

Estoy leyendo "Tres tristes tigres" del gran Cabrera Infante.

¿No pensás en algunos de nuestros conocidos que les daría escozor leer a alguien tan poco políticamente "correcto"?

VESNA KOSTELIĆ dijo...

Justamente, me compré Pnin a -para vos- 2 euros. :) Tengo además en lista de espera Ada o el Ardor --y no me digas que no te escucho cuando me decís las cosas--.
Solo leí de Cabrera infante hace años unos fragmentos muy lindos que se publicaron alguna vez en Radar, me acuerdo que trataban de la noche, el andar de farra y eran my cómicos... también recuerdo el que el tipo era anticastrista, pero también antibatista, no? En fin... esta sección ya parece un foro, jua.

Fernanda Trías dijo...

Yo tengo esa "incondicionalidad" con las películas de Woody Allen, aunque con la última ya desbordó el vaso...

Anónimo dijo...

Fer, Woody Allen me tiene frita en todo sentido: se ha vuelto un bodrio, muy poco rescatable (siempre lindos títulos, eso sí).

Pasé a decir que estuve aquí, que leí, que qué bueno que escribas. Te tengo una envidia fenomenal, con tanta lectura: yo renuncié a ambas, lectura y escritura, pero Borges no sabía de estas cosas. Bah, es obvio que no renuncié; si lo hubiera hecho estaría en paz.
Pero ya llegará, se irán haciendo los espacios, si Dios me da vida...

Después prestame "El sótano", me encantaría leerlo (además, es un título de Bernhard, que le encantaba a Levrero). Lo vi en librerías y me pareció carísimo para ser solo un "ribetín". Y prestame "La azotea" de la Trias también!

Digo, en dosis homeopáticas, noche a noche, algo avanzo...

Besos y alimentá a este bicho!
G.

Fernanda Trías dijo...

Gine: Y si hubieras visto esta última, Vicky Cristina Barcelona, no sabés si estás viendo un "reclamen" de la oficina de turismo o qué. Y el famoso beso entre Scarlett y Penélope es menos hot que... que... ¡mirá ni me salen las comparaciones! ¿Realmente alguien pensó que ese besito de morondanga era "hot"? No le llega ni a los tobillos a la escena de Mulholland Drive...

Besos, f

Anónimo dijo...

Pero... ¿qué es esto? Pasaron siglos y la situación cambió drásticamente: ahora estoy escribiendo más que tú, no puedo creerlo, y hasta leo un poquitín más (bah, no mucho).
Sí, ya sé que estoy en vacaciones, pero tú también!
Reflotá este blog, haceme el favor, o tendré que usar toda mi autoridad de coordinadora de viejos talleres y castigarte de maneras impensadas...
Firma:
Tus fans

Fernanda Trías dijo...

¡Bien dicho!