2.7.08
Berlinesas II
Camino a Zehlendorf, el barrio-bosque donde nació R., mi compañero, observamos los edificios a los costados de la autopista. Los berlineses hacen de sus balcones de 2 x 2 un pequeño lugar de vacaciones donde se concentran los íconos del verano: reposera de madera, mesita, sombrilla ladeada, casita para ver comer a los pájaros, maceta con aromáticas y tomates cherry, enano de yeso: todo junto. Y las flores, chorros y chorros de flores de colores colgando en el verano de Balconlandia.
Nos dirigimos a la Krumme Lanke (traducción: el Lago Largo-Torcido) de Zehlendorf. 34 grados, pero sin humedad. Unos hacen picnic, los niños juegan en la arena, hay juegos de cartas y de dados, dos jóvenes dan el toque turco fumando esas simpáticas pipas de agua que están de moda acá. A esta hora, la angosta franja de arena de la Krumme Lanke parece la playa de Pocitos o un retazo de Mar del Plata. Excepto por una pareja de ancianos, quienes, muy meticulosamente se sacan toda la ropa, la doblan sobre la loneta y se sumergen a nadar, desnudos y ágiles como dos delfines. Nadie les presta demasiada atención.
Tip del Primer Mundo. Me pide R que anote esto: no solo hay varias empresas telefónicas en Alemania, sino que la segmentación de precios para las llamadas se calcula por bandas horarias. Al número de teléfono local o internacional se antecede uno u otro prefijo del tipo 0945 o 0987 y así la llamada se computa para una u otra empresa. El tema es que, entonces, llamás a alguien en Berlin y, antes de saludarte, te grita: “Pero, qué hora es? Las 3? Colgá colgá! Que tengo una tarifa más barata para las 3!”.
FRASQUITOS
Berlin,
vacaciones,
verano
escritora, comunicadora social, amazona ad honorem, bruja como mi madre, pirata como mi padre.
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