22.8.07

Ladrones de papel

N. me mandó ayer un cuento por mail, sin ninguna indicación ni en el subject ni en el cuerpo del mail. Está en portugués y es un poco largo, por eso me dió pereza leerlo en un principio. Además estoy con gripe y detesto leer en la pantalla. Por otro lado me dije que, viniendo de N., seguramente el cuento no estaría mal. Por las dudas, lo consulté brevemente sobre si era, efectivamente, para mí y N. me dijo que sí, que era de una amiga de él. Entonces, hoy a la tardecita, mate en mano, lo leí. La trama trata de una escritora sin suerte que por accidente o azar se topa con la responsabilidad de cuidar a una anciana vecina de europa del este que vive en su mismo piso, ante la eventualidad de un ascensor roto en el edificio. En las primeras páginas, no me dí cuenta; una escritura prolija, cuidada y agradable a la que sólo le reproché el hecho de perder la oportunidad de contar aquello en primera persona. Pero llegado un punto del relato, pegué un salto. Es en el momento en el cual la narradora descubre que la anciana guarda tres cuadernos ocultos en un mueble. La mujer se da cuenta de que es una obra genial y se siente tentada de robarlos y usarlos para su propio beneficio. La vecina muere y –misteriosamente- la escritora recibe una carta con la aceptación de un editor para publicar la obra de la vecina con su nombre. Lo genial del asunto, es que hace un par de meses yo escribí algo muy parecido. Hablo del Moleskine: un escritor mediocre descubre que su vecina, una anciana cubana, escribe maravillosamente cuando, por accidente, se topa con unos cuadernos que ella tiene en su casa. Cuando la cubana muere, de repente, el tipo no puede poner freno al deseo de quedarse con los cuadernos. En la historia de la amiga de N. la protagonista es mucho más noble que mi personaje masculino. Igual que la vecina viejita del relato de la amiga de N –y, justamente, no en el mío- la cual ha tenido la gentileza de abrirle la puerta al escritor antes de morirse. Es curiosa la coincidencia o el plagio telepático, pero no me asombra demasiado. Digo, teniendo en cuenta que N. me mandó este cuento y no tenía ni idea del Moleskine, ni yo del cuento de su amiga. Lo único que me deja un poco de dudas es si en esta historia, seré yo la plagiadora o la plagiada. Por lo demás, estas sincrinicidades de la vida me siguen poniendo de buen humor.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¡No lo puedo creer!
Entre el blog Moleskine, este cuento y el guardián de la Biblioteca Nacional, estoy empezando a creer que vivis en una especie de promiscuidad arquetípica...
Mas que casualidades ¿no?

Ay, por qué no estará Levrero? Te lo presentaría, tomaríamos café y le fascinarían estos cuentos... Y si fuéramos con Morgana a la reunión, mucho mejor :-)

Hablando de eso, se impone reunión de brujas. Post cumpleaños, eso sí.